En este primer escrito, así como en mi libro, trato todos aquellos temas que me preocupan y me hacen ruido en la cabeza más allá de ser simples reflexiones. No digo que sean las correctas; simplemente son mías y las quiero compartir contigo. Y aunque los temas que abordo son cuestiones mundanas de la propia vida; también está el otro lado, el que en este proceso de reflexiones y autodescubrimiento (que aún sigo transitando), me lleva a ser consciente de cuán importante es mantenerme en contacto conmigo misma; pues el hecho de encarar este emprendimiento de crear un espacio de escribir y ayudar, además de exponerme tal cual soy; me enfrenta a mis miedos en todas sus variedades y desproporciones.
Enfrentarse uno mismo a sus propios miedos puede resultar una tarea imposible de llevar a cabo; aunque sí es relativamente normal por las diferentes etapas en que uno la transcurre, pero, qué hubiera pasado si en el colegio (o nuestros padres) nos hubieran enseñado a no temer a los miedos?
Cuando aún trabajaba; en uno de los cursos que teníamos que dictar, una pequeña parte del curso hablaba sobre los miedos, y recuerdo que preparamos varios señaladores (de esos que se usan con los libros), con varios mensajes, e íbamos tirando al azar y a cada uno le tocaba un mensaje diferente. El que a mí me había tocado, movió a mi vieja estantería interior: ¿Qué harías si no tuvieras miedo?. Fue como una sirena de alarma interna. Miedo…..? ….. a que?, si hacía las cosas como el libreto de la vida decía, porque iba a tener miedo?. Durante mucho tiempo la llevé conmigo y cuando el tiempo me lo permitía lo sacaba de la cartera y lo observaba…… mil cosas por mi mente.
Hasta ahora la conservo y ahora se la traspasé a mi hijo mayor, que la tiene colgada en la pared de corcho de su habitación de estudio junto a otras cosas importantes.

Qué hubiera pasado si nos enseñaran cosas como la actitud, a no compararnos con nadie y confiar en nosotros, a valorarnos, a atrevernos?. Habríamos transitado diferente nuestros caminares?. Habríamos hecho una lectura distinta de las adversidades que nos toquen?. Hubiéramos tomado decisiones distintas o hecho las cosas de modo diferente?. Yo creo que sí.
De chicos en el colegio nos enseñan muchas cosas, algunas, a según, nos servirían para salir al frente con cualquier carrera o profesión que elijamos como las matemáticas y el castellano. Otras para cultura general (que me parece bien) y otras que simplemente no le encuentro la vuelta hasta hoy en día para qué servirían. Y hoy, que tengo niños en el colegio, con más razón me hago estas preguntas. Tal vez hubiera sido interesante incluir en ese batido de conocimientos generales, científicos y específicos; asignaturas que nos hablen de la actitud ante la vida; de superación personal y de autoestima. Creo que si esto está presente en la educación desde lo escolar; mucho del tan controversial bullying (en cualquiera de sus niveles) se podría aplacar, y tal vez se desarrollen menos adultos con la autoestima golpeada, que desarrollan en consecuencia dificultades inclusive para establecer relaciones y proyectos. Me refiero a una actitud proactiva, en donde los establecimientos escolares enfrenten con decisión y colaboración los problemas de la convivencia escolar y del impacto sobre la futura vida adulta.
Me tomé un paréntesis para escribir sobre esto; sobre las cosas que se me ocurren nos hubieran enseñado desde chicos, y más allá de ocurrirme, son cosas que me hubieran gustado, de hecho, me las enseñen.
Todo esto de lanzarme a escribir un libro; a salir al aire con mis reflexiones; con las ideas que comparto producto de mis propios “despertares”; de “atreverme”; con la intensión de entrar con permiso concedido en las vidas de ustedes (pues el hecho de ustedes leerme significa, de hecho, mucho para mí), me genera retorcijones de ansiedad, incertidumbre y un cocktail de sensaciones y emociones que me emborrachan en su total perplejidad. Mi vieja yo se enfrenta a mi nueva yo, una nueva yo que sigue mutando y despertando; un antes y un después de mi propio YO; donde mis creencias del pasado, mi vieja mentalidad de limitaciones y escasez, el miedo al qué dirán, el miedo a equivocarme, a perder; jugaron tremendamente sus cartas en esta contienda de despertares y darme cuenta. Y ahora que me vivo más consciente, más presente, más confiada; noto la diferencia de mi vieja yo; a quien muchas veces le faltó valor para defenderse, para arriesgarse y atreverse.
Lo que creo, hay que enseñar desde chicos
En mi siguiente publicación estaremos desarrollando este tema. Te invito a seguir leyéndome. Para leer el artículo, haga click en https://inesperina.com/y-empezamos-asi-parte-2/
Cariños;